
El próximo viernes invitamos al territorio de Relaciones en las Ciudades y a participar de la conversación con las empresas que forman parte de la investigación, al artista y profesor Javier Lozano.
Javier ha programado e impartido conferencias sobre: el vandalismo en el arte, la violencia, la música electrónica, la geopolítica y los videojuegos, el arte relacional, el espacio en el arte y sobre las estrategias de arte en china o el funcionamiento de la mirada contemporánea. Ha programado conferencias sobre música ambient, illbient, música electrónica y su relación con la filosofía, en concreto Gilles Deleuze. También ha presentado como productor y director de arte varios proyectos artísticos en la sala Galileo de Madrid o el Museo Vostell Malpartida de Cáceres.

I Was Here, 2015
Hola, antes de nada… ¿Puedes aclararnos quién eres, Javier Lozano o JANO?
Francisco J. Lozano Egea, es lo que aparece en la tarjeta de crédito, que hoy es la identificación que más puertas abre. En el dni pone otra cosa y yo firmaba como J. Lozano mis obras. JANO es el nombre de mi hermano, me funciona como acrónimo de Javier Lozano y lo uso para trabajos colectivos o de cierta complejidad legal, donde deseo dejar clara mi posición doble, recordando a la mitología griega y dando vida a mi hermano, que al morir me rompió el alma.
¿Cómo empezó tu relación con el arte?
Empecé a dibujar porque se me daba bien y quería un reconocimiento que no obtenía en los colegios e internados de los que me expulsaron. Yo hacía los trabajos de dibujos a los alumnos y la tarifa era de 1000 pesetas por cada punto obtenido, un 7, era entonces, 7000 pesetas y así me daba la vida. También lo hacía por refugiarme del dolor que supuso mi infancia y juventud. Luego aprendí fotografía leyendo un libro, sin ni siquiera una cámara, aprendí todo lo que hay que saber técnicamente, el libro era de M Langford, no lo olvidaré; y quería ser fotoreportero, leía muchos periódicos, detestaba mi vida y quería una explicación. Luego volví al dibujo y a escribir para mí, al final esos textos aparecían en los dibujos y en las imágenes. El arte me salvó la vida. Según mi primer psicólogo, iba para delincuente y me torcí. Hacía los trabajos de compañeros de bellas artes, por dinero o amistad y así aprendí a tener diferentes estilos y adquirir rapidez y agilidad mental con los textos.
¿Cuál es tu relación con el arte?
Varios profesores me cambiaron la vida, Agustín Valle o Alberto Datas y Aurora F. Polanco me descubrieron que el arte no era memorizar títulos y años y otras sandeces. El arte, era una manera de estar en el mundo, de pensar. Un lugar de deseos y satisfacciones; me convertí en un acaparador de imágenes, aprendí a estar alerta y en reposo, aprendí a detener los instantes, mi visión es la latina de felicidad -la de fertilidad- nada que ver con esa chispa constante que encuentro hoy, tan agotadora como infertil.
Siempre he cabalgado entre el dibujo y la fotografía o la creación de objetos. Los últimos años estuve haciendo antióperas situacionistas, unas diez, con vídeo, performance, objetos, situaciones, música en directo y demás. Es un trabajo inmersivo, entras, te sientas y en 50 minutos te presento una serie de ideas, sin descanso. Todo ello con obras ajenas y propias, robando si era necesario, como una manera de pensar y ordenar el mundo ante los demás, quería ofrecer puñetazos de realidad. El arte me lo ha dado todo y me lo ha quitado todo, nada me interesa más que esa soga al cuello a la que le he perdido el miedo y me hace crecer cada día. Quiero vivir en mis zapatos y seguir de pie, nada me hace más feliz, eso y acompañar a mi hija Federica en su crecimiento vital.
¿Cuál es tu relación con la docencia?
El único enemigo es el reposo, la pasividad, la el abandono o la inacción. La docencia es luchar contra eso, contra un “todos iguales” contra la homologación. No encuentro gran diferencia entre ser artista o profesor, conferenciante o hacer ensayos; todo es unum diversus, aquello que los teólogos decían para unificar el caos. Todo es poiesis -hacer aparecer o iluminar aquello que antes no estaba-. Un docente es una luciérnaga en un rincón de Roma, se llena de luz, para ofrecértela en la oscuridad. Mi trabajo es encender sus cerebros. Cada día me gusta más recordar a los alumnos que los actos son grilletes que nosotros nos ponemos y que mi función es la de encender la antorcha, de la que serán responsables, para cuando solos, caminen en el ocaso y con esos grilletes pesados en el tobillo, luchen por mantenerla encendida.
¿Y qué piensas de volcar conocimiento del arte en la empresa?
Me parece heroico que me llaméis, hace unos años ofrecí a una agencia que montáramos un laboratorio. Un grupo de artistas trabajaríamos en sus instalaciones y con sus recursos, pero en nuestros proyectos y un día a la semana compartiríamos nuestra visión con el resto de la agencia. Casi lo conseguí, pero el dinero es cobarde.
Yo cambiaría el rito del camino mecánico empresarial, por una antorcha, luego el resto no sería mi responsabilidad. Si lo consigo no sería linchado y los empresarios dejarían de ser competitivos para ser auténticos. Gymnos origen de la palabra gimnasio, significa desnudo y me gusta pensar que puedo hacer de entrenador y dejarlos a todos desnudos y confiados, mientras matan al Homo aparatus que vive en constante actualización, para Ser, con mayúsculas.