El concepto Utopía es en sí mismo un descubrimiento. Es un neologismo. Algo que se inventa Tomás Moro en su novela para nombrar el lugar ideal. El espacio perfecto para lograr la felicidad. En sí ya es revolucionaria la acción porque juega, se posiciona y trasciende a la posteridad con algo nuevo. Lo nuevo como un motor de avance no sólo en el territorio del consumo o la tecnología… también a través de las ideas en un renacimiento del SXVII en el que ni consumo ni tecnología parecían cambiar nada, ni tan siquiera existir para todos.
La utopía es algo nuevo. Tanto que incluso lo han intentado corregir etimológicamente atendiendo el hecho de que debería haberse llamado EUTOPIA, o el lugar del mejor gobierno. Pero me temo que no… la Utopía es el lugar perfecto, diseñado, imaginado… no lo mejor posible… lo ideal, lo imposible ante el caos, lo perfecto en un mundo imperfecto… le pese a quién le pese.
La Utopía es un género para dar vida a una nueva consciencia.
Un género literario inaugurado ya por San Agustín o Platón pero que evolucionaba hasta convertirse en la literatura especulativa, anticipatoria o la ciencia ficción y el diseño de futuros actuales que todo lo inundan. Siguiendo el marco ficticio de Tomas Moro nos enfrentamos a varios cambios necesarios para alcanzar el ideal. Cambios que construyen oportunidades o retos pero también definen relaciones que precisan de una transformación humana de consciencia.
Tomás Moro era un ferviente luchador contra la pena de muerte o la propiedad privada. Y precisaba un cambio radical que describió en su obra diseñando un marco espacio-temporal que permitiese alcanzar el sueño: la felicidad del ser humano. Al menos lo que él entendía como felicidad… porque puede chocar el plan que habría que poner en marcha y el esfuerzo que precisa:
Una nueva consciencia en la que el EGO se enfrenta a la masa y viceversa. Una nueva ética para alcanzar la felicidad. Con la ciudad como una estructura facilitadora para solucionar los problemas de propiedad, transparencia pública, abundancia pero también control. Mejor dicho auto control. La salud moral es importante. El alineamiento y alienación de todos. Ser todos diferentes se soluciona con la limitación de libertades e incluso haciendo uso de la inhumana eugenesia. Si queremos cárceles sin carceleros debemos mejorar la raza, como los caballos.
Una nueva consciencia del ESPACIO. Utopía es una isla apartada. Fuera de lo ya conocido. Sin posibilidad física de “contagio”. Un espacio de puertas abiertas pero nunca hacia afuera. Es una isla porque deben vivir aislados. Se comprenden en la isla una ciudad de ciudades como proyección del lugar ideal. Entendiendo siempre el diseño del espacio urbano y arquitectónico como una herramienta eficaz para modificar y ajustar comportamientos. Para hacer posible la relación en la utopía.
Una nueva consciencia del TIEMPO. Utopía es una proyección del ideal a poner en marcha desde el presente. La utopía es un futuro, así como la EUTOPIA es “un manual” para lograr el mejor gobierno posible, la UTOPIA extrema el ejercicio haciendo uso de la fantasía. En sí la propuesta de realizar una utopía ya es asumir labores que no son propias de los seres humanos. Si no de Dios. En la época la utopía era un posicionamiento radical porque robaba el fuego de Prometeo y les hacía idear, diseñar, crear… imaginar para que algo nuevo fuera posible. Algo que entonces podría sonar a sacrilegio.
Esa era la propuesta, un lugar ahistórico. Sin un antes ni un después. Una stasis. Ciudades que son para siempre. Una idea estática del tiempo que posteriormente cambiaría con la llegada de la revolución industrial y su manía por engendrar distopías. Un momento estático no atento a la innovación tecnológica, perfecto pero incapaz de asumir la diferencia o los cambios sociales (que traería la ilustración), un tiempo controlado que obviaba para su desgracia el caos, la incertidumbre o el crecimiento demográfico.
Una nueva consciencia POLÍTICA. Un deseo. Un orgullo. Sin miedos. Para lograrlo la autoridad se alcanza a través de las normas, de una higiene conducida que determina con detalle qué comer, qué vestir, cómo reproducirse, cómo comportarse en público o tomar decisiones incluso en el ámbito más privado. Un planteamiento ético en el la seguridad vencía con lógica a la libertad. ¿Qué soñar?… En definitiva la autoridad son las normas.
Pero veamos también Utopía como el inicio positivo de un posicionamiento crítico. Daba origen a un género que de manera muchas veces encubierta realizaba una crítica obvia a la situación presente. Que contiene un evidente mensaje político. Y que la política es el gobierno de la polis. La Ciudad. Siempre tiene un propósito positivo, aunque choque con la moral y ética de muchos otros. Siempre propone un cambio a través de una alternativa, con la ciudad como mejor marco para alcanzar ese nuevo espacio-tiempo necesario para alcanzar la felicidad. Le Courbusier proponía su ciudad o casa del futuro simplificando la realidad. Pensaba que permitía a la población alcanzar esa felicidad… aunque su proyecto fuera una nueva propuesta de opresión.
El autor, que salga el autor.
Con independencia del origen de la utopía, ya sea Tomas Moro o Francis Bacon o General Motors, no olvidemos algo muy importante. La utopía nace de la mente de un autor. Con sus particularidades, sesgos y miedos. En el fondo funciona a modo de Egotrip en el que la necesidad de un individuo, el autor, impone una realidad ideal al colectivo, la masa, para alcanzar su felicidad… la de él y por defecto la de sus congéneres… les guste o no.
¿Es esto posible? ¿Es posible que funcione una utopía si no hay dos seres humanos iguales? Sólo hay que ver cómo se sucedió el egotrip de ciertos personajes que como un terremoto de EGO sacudieron el siglo xx con sus guerras mundiales y obsesiones con lo nuevo y la máquina, y que ahora se convierte en un tsunami de EGO empujado entre todos a través de la simulación, la exhibición, lo inmediato y la economía del shock.
Con independencia del origen de la utopía, ya sea Tomas Moro o Francis Bacon o General Motors, no olvidemos algo muy importante. La utopía nace de la mente de un autor. Con sus particularidades, sesgos y miedos. En el fondo funciona a modo de Egotrip en el que la necesidad de un individuo, el autor, impone una realidad ideal al colectivo, la masa, para alcanzar su felicidad… la de él y por defecto la de sus congéneres… les guste o no.
¿Es esto posible? ¿Es posible que funcione una utopía si no hay dos seres humanos iguales? Sólo hay que ver cómo se sucedió el egotrip de ciertos personajes que como un terremoto de EGO sacudieron el siglo xx con sus guerras mundiales y obsesiones con lo nuevo y la máquina, y que ahora se convierte en un tsunami de EGO empujado entre todos a través de la simulación, la exhibición, lo inmediato y la economía del shock.
Lo bueno de atender a las utopías.
La utopía no. Mejor atender a la Eutopía como modelo de relación de confianza y colaboración en la ciudad. Pero en cualquier caso las utopías pueden beneficiar nuestra visión de un futuro que por ideal y perfecto se percibe imposible pero que sí permite establecer un marco donde el bien común nazca del mejor gobierno posible. Porque de pensar en lo mejor posible puede nacer nuestra misión, nuestro propósito o la declaración ética de negocio. Porque sirve de inspiración para impactar. Porque se propone como ciudad-marca donde podemos ya unir lo físico y lo digital. Porque potencia y abre el espectro de relaciones y oportunidades económicas, sociales, culturales o personales y por supuesto porque descubre retos y fallos… errores que debemos enfrentar en el presente para alcanzar un destino manifiesto.