¿No hay futuro antes de imaginarlo?
Igual el gif se equivoca. Igual no es verdad que el futuro no exista y haya que imaginarlo… Seguro hay diferentes futuros, en el fondo tantos como personas que piensen en ellos hay. Pero ¿Y si ya lo han ido imaginado y todos estamos ayudando a hacerlo posible?
Por un lado está nuestro futuro personal que parece asociado al libre albedrío y en el fondo y la forma se ha convertido en un Egotrip repleto de datos de enorme interés para los actuales poderes fácticos. Sin embargo nuestro futuro por otro lado contiene y amplifica el miedo a la incertidumbre por el futuro familiar, laboral, estatal, global… el futuro común.
No olvidemos que cualquiera de ellos será un futuro en una realidad donde reina el caos… vale que desde hace siglos lo queremos simplificar y estructurar… (incluso también la nueva máquina inteligente lo pretende controlar). Pero controlar lo impredecible es pegarse un tiro en la pierna. Ya lo advertimos. Y quizás el caos sea más natural de lo que pensamos. Eso no quita para que el ser humano lo siga queriendo controlar y haya imaginado ya un plan para intentarlo.
¿El futuro ya lo han imaginado?
Pues igual sí.
Tras realizar un ejercicio de retrofuturismo cinematográfico y cultural pronto nos asalta y agranda esa misma duda. Sobre todo en los 50s y los 60s. Algo pasó tras la Segunda Guerra Mundial. Algo cambió para siempre. Es posible que la vida que nos está tocando vivir está empujada por una realidad tecnológica nacida en el inicio de la era nuclear. La Segunda Guerra Mundial aceleró los procesos de globalización (muchísimo más que el anterior imperialismo egoísta, rampante y estático de la trinchera) y empujó desarrollos tecnológicos que parecían estancados tras las grandes ferias industriales de Londres o París a finales del XIX y principios del XX.
¿Es la Inteligencia Artificial la nueva electricidad? Como repiten los ingenieros del conocimiento desde los 60s.
Sin embargo en los años cuarenta se desató un boom. Los automóviles se hicieron necesarios. La comunicación se hizo indispensable. La electricidad se convirtió realmente en la nueva normalidad y no sólo un lujo aburguesado o público (el alumbrado como baza absolutista), y pronto alcanzó cualquier lugar del mundo a través de los objetos de consumo (desde el televisor de un agricultor en Andalucía al transistor de un monje tibetano). La tecnología pasaba de manos militares a privadas. Emoticono sonriente con los ojos del dólar. Un motor que aceleró el capitalismo económico y empujó la actual sociedad de consumo global (ya incluso China hace gala…).
Una situación de cambio global que curiosamente se vuelve a repetir con la llegada de la inteligencia artificial o IA que ante nuestros ojos se convierte en la nueva electricidad. ¿La IA como una nueva pieza nacida del caos pero que encaja en ese supuesto plan imaginado que ya se atisbaba y esparcía a finales de los 40s y que ha llegado hasta nuestros días? Rien va plus.
¿Por qué el cine es clave?
Y después de contar todo esto… ¿Por qué queremos centrarnos en el cine? Porque sin duda ha sido y es, incluidos sus nuevos formatos para la pequeña pantalla (Netflix y etc.) y la experiencia interactiva (Videojuegos y etc.), un elemento global y cultural capaz de traspasar fronteras físicas y ahora virtuales.