
Nuestras plataformas no solo permiten intercambiar relaciones y transacciones económicas, otra de las grandes virtudes de las ciudades es que favorecen intercambios emocionales, intelectuales y de cuidados. Como cualquier construcción humana el diseño y carácter de una ciudad condiciona el comportamiento e interacción entre las personas. Hemos dado forma a nuestras ciudades y ellas han sido el molde de nuestra exigencia. Las ciudades son, sin duda, el mejor reflejo de lo que hoy somos como sociedad. Este tipo de intercambios dependen de una variable muy tangible y humana, la proximidad. Necesitamos vernos unas cuantas veces para que ciertos intercambios se adhieran a nuestras vidas. Es un tipo de interacción que genera relaciones estables y de calidad. Pero este tipo de interacciones, en un entorno de transito continuo, se sustituyen por otras mucho más eficientes y numerosas: Relaciones Infraleves. Marcel Duchamp definía lo infraleve como “El calor de un asiento que se acaba de dejar”. Es la mínima interacción posible entre personas